De la última película de Oliver Stone destacaría dos características: se trata de buen entretenimiento y posee un reparto lleno de carisma. De lo primero se encarga un argumento que convina píldoras de romanticismo y pasión juvenil con toques de violencia y sexo en suficiente cantidad y contención como para no escandalizar a nadie, y con el aderezo de las estrategias mafiosas de los cárteles de droga mejicanos pintadas sobre escenarios idílicos propios de gente espantosamete rica. La protagonista de la película ejerce a las veces de narradora en una película que no obvia un desenlace feliz.
Básicamente predecible y simplista, Oliver Stone saca jugo a sus atractivos protagonistas siempre y cuando la cámara no dirige su foco hacia los "grandes" del reparto: John Travolta (aunque en un papel pequeño, que le cae como anillo al dedo) y, sobre todo, la actriz mejicana Salma Hayek (despiadada jefa del cártel) y el oscarizado actor puertorriqueño Benicio Del Toro, brillando en su caracterización del brutal asesino Lado.
