24 de abril de 2012

Un cuento chino

(Argentina, 2011. Sebastián Borensztein)

No es un drama y tampoco una comedia, aunque tiene elementos de ambos: por un lado, el genio de cascarrabias que le aflora de vez en cuando al (pese a las circunstancias) paciente protagonista nos dibuja una sonrisa en la cara en varios momentos de la película. Por otro, reconocemos de fondo esa angustia vital producida por un pasado amargo, del que los personajes no pueden desprenderse, y con el que se acostumbran a convivir. Pese a todo, la película tiene algo especial que la distingue, es diferente, muestra como la cotidianeidad se puede alterar por lo casual cambiándonos la existencia para siempre. Y por supuesto, el calado de la historia no sería tal sin ese grande de la interpretación que es el argentino Ricardo Darín.